Mi viaje a China (4 de 7): Pekín



¡Hola! Ya en el ecuador del viaje, en este post os cuento nuestro primer día en Pekín (Beijing) y el descubrimiento real de "las masas de chinos".



Día 6.- De Xi´an a Pekín 

Este día tomamos un tren rápido desde Xi´an que, en unas cinco horas, nos dejó en Pekín. Había oído hablar del tren bala chino (no confundir con Maglev) como una maravilla, y lo que realmente comprobé es que es igual a nuestros trenes de alta velocidad, pero con menos variedad en la cafetería! Si vas a utilizar este tren, te aconsejo que lleves comida comprada, incluso los chinos lo hacen.

Cuando llegamos a Pekín tristemente comprobamos que lo que oímos o leemos sobre su excesiva contaminación, es más que real. Es bastante desagradable saber que respiras esa calidad de aire.

Tras recibir numerosas ofertas de los taxistas ilegales que, incluso intentan decirte que se ha suspendido el servicio de taxi, fuimos a la cola de los "con taxímetro" y uno de ellos nos llevó a nuestro hostel, un divertido y multicultural espacio Beijing Sunrise Youth Hostel Beihai. Nos registramos y dejamos las maletas, fuimos a comprar algunas cosas que necesitábamos y tomamos el metro en busca del Mercado de las Perlas. Sí, tiene dos plantas de joyas/bisutería/perlas, pero realmente fuimos allí en busca de las gangas en electrónica (que os aseguro que no son para tanto, y menos ahora que el comercio chino online está bien desarrollado en España). Curiosamente, en este mercado fue donde mayor concentración de españoles encontramos, porque lo cierto es que no es un país con alta tasa de turismo extranjero. Por cierto, este mercado tiene wifi gratis y funciona bastante bien (quizás podáis aclarar así los encargos recibidos).

Ese día, el cansancio nos ganó la batalla y nos fuimos a dormir porque intuíamos que la ruta del día siguiente tendría buen ritmo, y no nos equivocamos.

Día 7.- Tiananmen, Ciudad Prohibida, Parque Beihai, Calle de los Escorpiones y Zona Olímpica

Durante estos tres días contamos con una estupenda guía chilena afincada en Pekín, y que conoce la ciudad y el idioma a la perfección. Con ella nos dirigimos a la plaza de Tiananmen, donde empezamos a descubrir que "hay muchos chinos". Esta frase fue la más repetida durante los siguientes días en Pekín.


Desde allí nos dirigimos a la Ciudad Prohibida, que fue el palacio imperial chino hasta el fin de la última dinastía. Todo allí tiene una razón de ser, y todos los detalles hacen honor al emperador. El complejo tiene 980 edificios y está considerado como el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera del mundo. Es muy extensa, y en la actualidad hay muchas áreas cerradas. Muchísimos turistas hacen cola para entrar, la gran mayoría nacionales.




El parque que alberga la Colina del Carbón está al norte de la Ciudad Prohibida y su construcción se hizo, en parte, con la tierra que sacaron en la excavación del foso del palacio. Desde lo más alto de la colina se puede contemplar la grandiosidad de la Ciudad Prohibida, con los tejados de color amarillo (diría que anaranjado), el color del emperador. Como veis, el nivel de contaminación es alarmante.


Tras bajar de la colina, nos dirigimos al Parque Beihai, que es un precioso parque tradicional chino con una pagoda blanca que fue construida para la visita del Dalai Lama.



Es muy agradable caminar por sus pasarelas cubiertas de techos pintados, y acercarse a la orilla del agua para ver los barcos.



Desde la salida del parque, tomamos un abarrotado autobús para dirigirnos a la Calle Wangfujing o  Calle de los Escorpiones. Es una calle repleta de puestos de comida, entre los que encontramos brochetas de escorpiones, caballitos y estrellas de mar.





No me atreví. Yo me quedé con un rollito de primavera tamaño "extra grande" de verduras. Todas las verduras eran frescas, eso sí, nada de recién-sacado-del-congelador-y-frito, que es a lo que estamos más acostumbrados por aquí.

En estas calles también hay muchas tiendas y puestos de souvenirs (y una estupenda tienda de té), así que nos entretuvimos un rato hasta merendar un típico yogur chino. Estos yogures los venden en puestos callejeros, y aunque te lo dan fresquito para consumirlo, no sabemos qué tienen para conservarse a la intemperie sin problemas. Te lo venden con la cañita, pinchas y a disfrutarlo!!!


Tras la merienda, tomamos el metro hasta la zona olímpica. Allí vimos el nido del pájaro, el cubo d
e agua.....y ¡muchos chinos! haciéndose fotos y disfrutando del paseo.




En la última torre, veis el edificio que estaba destinado a los medios de comunicación durante las olimpiadas y, que parece que alberga un restaurante en una de sus plantas.

Éste fue el día en el que más andamos de todo el viaje, así que desde ahí nos fuimos al hostel a descansar.

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