Qué ver en Ginebra




¡Hola! ¿Alguna vez te has preguntado qué tiene Ginebra para ver? ¿Vas a ir y no sabes si has elegido bien el destino? Pues te diré que, a pesar de no ser muy conocida entre viajeros y/o turistas, es una opción estupenda para pasar un buen fin de semana. Precios a parte, la ciudad se esfuerza por ser fácil y cómoda de visitar. Nosotros volamos desde Barcelona un viernes por la tarde y volvimos por la noche del domingo, tiempo justo para conocer la ciudad sin prisas.



Un detalle estupendo que encontraréis al llegar es que, en el mismo aeropuerto, se puede recoger un ticket de transporte público gratuito para los siguientes 80 minutos, lo que casi asegura que llegarás a tu destino final sin tener que abonar ningún viaje. En el mismo aeropuerto se puede tomar un tren que, en 6 minutos, te deja en la estación central de Ginebra. Como es una ciudad "recogida", si has reservado un hotel céntrico, llegarás andando en pocos minutos.

Otro gran detalle a tener en cuenta es que, al registrarte en cualquier hotel de la ciudad, te facilitan una tarjeta de transporte gratuita para todos los autobuses, trenes y tranvías de la ciudad.



Como antes he dicho, la ciudad es pequeña, pero necesitarás coger transporte público si quieres ir a algunos de los museos y/o atracciones que se encuentran en las afueras.

Una vez registrados en el hotel, nos fuimos a dar un paseo y mi primera impresión de Ginebra fue muy agradable. Lo primero que vimos fue el Lago Lemán, o Lago de Ginebra, con el Jet d´Eau tan famoso.


Tuve suerte de poder fotografiarlo en la última hora de la tarde, los colores del atardecer le daban un toque especial.

Una vez cruzado el extremo del lago, por el puente Mont Blanc, se encuentra a mano izquierda el Jardín Inglés, y en uno de sus bordes, el Reloj Floral, símbolo de la tradición relojera del país.


Ya estábamos en la parte antigua de Ginebra y, sin demasiada gente, anduvimos por sus callecitas. Tiene rincones preciosos, con plantas, flores y fuentes en cada pequeña plaza. Además, toda el agua que sale de esas fuentes se puede beber.



Tras caminar un ratito, no pudimos esperar más y probamos una fondue suiza, ¡qué buena! En el camino de vuelta, nos detuvimos a tomar algo y a caminar por la orilla del lago, donde muchos jóvenes hacen su particular "botellón"; la temperatura acompañaba, ¡¡tienen que aprovechar!! El lago estaba muy bonito reflejando las luces de la ciudad.


En nuestro segundo día allí, teníamos claro que compraríamos en Geneva Pass de 24 horas, porque sólo con un par de las atracciones que queríamos ver, sacábamos el rendimiento necesario a la tarjeta.

Una vez con ella, nos dirigimos al teleférico para subir al Mont Salève, un estupendo mirador de la ciudad. Y, una vez arriba, supimos que realmente estábamos en suelo francés.




Cuando bajamos de este excelente mirador, usamos el pass para hacer el crucero en barco que nos acercaría hasta La Sirenita. Os recomiendo montar en el barco porque, no sólo es un simple paseo sin más, sino que te explican todo lo que se ve en las orillas.







¿Habéis visto la gente bañándose? ¡¡¡Pues sí!!! Pasamos un calor tremendo....no subestiméis el verano suizo.

Tras bajar de barco, comenzamos un tour guiado por la ciudad, muy interesante y con un guía muy divertido. Sobre todo, nos explicó anécdotas a cerca del día a día de sus vecinos, pero también nos habló del Duque de Brunswick y su mausoleo, con el que la ciudad de Ginebra le agradeció la fortuna que le dejó al morir.


O el punto en que asesinaron a Sissi Emperatriz, a orillas del Lago Lemán.


Cuando terminó el tour, fuimos en busca de otros sitios que ver, y nos topamos con el Parque de los Bastiones, donde la gente  jugaba al ajedrez gigante.


Después tratamos de ir al Jardín Botánico pero, nada más entrar, nos pidieron que abandonásemos el recinto porque ya estaban cerrando. ¡Ojo con los horarios! Que no os pase como a nosotros......

Y ya que no veríamos la sede de la ONU por dentro, al menos quisimos acercarnos a verla por fuera......las banderas!! También vimos, en la puerta, la Silla Rota.



Y a esta hora ya estábamos molidos, así que desde allí, a tomar una cervecita y a descansar para el día siguiente en que dedicaríamos la mañana a ver un par de museos.

El primero fue el de la Cruz Roja, muuuuyyyyy recomendable a mi parecer. Es necesario ver ciertas cosas, conocer la historia y el nacimiento de lo que, para nosotros, es algo tan conocido y cercano.



Alucinante su explicación y sección de archivos, en la parte de la exposición dedicada a uno de sus principios: los lazos familiares.


De allí al Museo de Historia Natural que, aunque es bastante modesto, también es  didáctico y divertido. 


Hay muchos más museos, y casi todos gratis!!!! (ojo, el de la Cruz Roja no lo es), pero nosotros decidimos descansar un poco, reponer fuerzas, y dar un paseo tranquilo en la orilla del lago antes de tomar el avión de vuelta a Barcelona.

¿Sigues pensando que Ginebra no tiene nada? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario